Testimonio Mi accidente Trabajar un 1º de enero, “es horrible”, pero muy necesario….cuando hay que llevar dinero a casa, “cuando hay trabajo, hay que darle”, decía mi padre un caluroso día de verano. Lo único bueno que tenia para mí y para mi hermana, ese día, era el premio que íbamos a recibir: ir a la playa en Atlántida, antes de que mi papa comenzara a cocinar para unos clientes, que habían encargado algo en el negocio. Terminamos de aprontar todo el pedido, y solo faltaba buscar los trajes de baño para irnos. Mi papá había puesto a la venta su carro, y le dieron en préstamo, por unos días, hasta que llegara el suyo, algo que es lo más parecido a una caja de zapatos de metal, recuerdo que la marca era: INDIO. En ese entonces, no era obligatorio el uso del cinturón de seguridad, pero además ese vehiculo a motor, yo no creo ni que tuviera. La cuestión fue, que, con todo cargado en la “INDIO”, nos íbamos re entusiasmadas nos íbamos a la playa y al llegar a una intersección, donde nosotros teníamos la preferencia, colisionamos con un autobús de la línea 427 de UCOT, el conductor estaba ebrio y no freno al cruzar la calle Gabriel Pereyra. Yo que iba adelante y sin cinturón, saque la cabeza por el vidrio para afuera y mi hermanita quedo debajo de mi asiento, que se levanto, o se desprendió, ya que era un vehiculo de 2 puertas. Hubo un gran revuelo y lo que me acuerdo era que mi padre me subió al primer auto que nos auxilio…un Fiat 125. Llegamos a la primera clínica, que se le ocurrió a mi padre, no era la mía, sino la de mi mama y me dieron los primeros auxilios y luego fuimos al CASMU donde me intervinieron quirúrgicamente; obvio luego de esperar 6 horas en fila, ya que había 5 antes que yo y un solo un cirujano plástico de guardia….yo tenia 13 años. Me pudieron sacar casi todos los vidrios y suturarme, pero la nariz quedo hecha como un “puré de huesos” y los dientes, que habían volado, se repararían en otra etapa, con un odontólogo. Hasta ahí, todo bien, pero después que llegue a casa, operada, y con todos esos puntos en la cara, sin dientes, y con un impresionante dolor en los brazos, era un horror. Me acuerdo que cuando llego mi amiga Cecilia, me dice,”bueno, vamos a dar una vuelta a la manzana”, casi me muero de la impresión, imagínense, ver a los chicos del barrio con esos piolines colgando…yo tenia 13 anos. No quería salir por nada del mundo y me obligaron: que vergüenza, realmente que espanto. Ahí empezó un temor indescriptible por todo lo que tuviera motor. Al subir al carro de mi padre, lloraba, si giraba rápido, si andaba rápido, o si hacia alguna maniobra medio brusca. No recuerdo bien lo que decían en casa, pero, luego de varios años, entendí que debería de haber generado un grave problema este “accidente”, económico claro, ya que el auto era prestado y en esa época la cosa no estaba fácil. Lo que puedo decir que recién pude animarme a ir a una academia para aprender a manejar a los 25 anos, y con tan mala suerte que el instructor me insinúo cierto “interés particular”, y obviamente salí corriendo. Tanto fue así que aunque sabía muy bien todo el contenido teórico del Manual de Conducción, no aprobé en el examen…eso creo, ya que debía repetirlo en unos días….y nunca mas volví. Pude retomar el asunto ya después de tener a mis dos hijas a los 30 anos…cuando “me compraron” una camioneta utilitaria, con la excusa de que se necesitaba para trabajar….solo así dándome la llave y diciéndome…”arréglate como puedas”, fue que tome coraje y volví a una escuela y logre obtener la licencia. Por supuesto tuve que tomar el doble de clases practicas que los demás, no obstante, tome además como 10 clases en mi propia camioneta, y no obstante eso, mi amiga Silvia, durante un mes, me recogía en casa y me dejaba en el trabajo y al final de la jornada, hacíamos lo mismo…, me llevaba de nuevo a casa, cada una en su auto. Luego de este periplo…logre poder “conducirme” sola a mi trabajo, pero les aseguro que en esos tiempos sentía pánico, claramente pánico. Entiendo perfectamente a las personas “que les da miedo”, “que no se animan”. Entiendo perfecto a las que van a una escuela “obligadas” por los maridos, o porque no dan más, pagando taxis o contratando un chofer. Luego de 15 anos de mi accidente, en esa intersección pusieron un semáforo. 35 años de ese accidente, enseño educación vial y son instructora de manejo defensivo. Lamentablemente no tengo los datos de cuantas personas murieron, o quedaron con una lesión permanente, por accidente en esa intersección… pero ese lugar era y es, lo que hoy conocemos como un “punto de concentración de accidentes”. Esta es una de tantas historias, gracias a Dios, con un final feliz, pero se que hay muchos y muchas que no terminaron como yo. Lo que deseo rescatar de esta historia, es que antes del desenlace se produjeron varios incidentes, que se fueron encadenando, y culminaron con ese siniestro. Mi legado de sabiduría es que, ademar de conducir en forma defensiva, aprendan a percibir, sentir, escuchar las señales, ya que los incidentes, no todos son visibles a los protagonistas del siniestro. Hay que cortar el círculo, concatenado, de incidentes, para evitarlo. Si es inevitable y ocurre, sepan como pedir ayuda en el momento del accidente y pídanla después del accidente también, un siniestro vial es muy traumático, y el placer de la libertad que otorga la conducción, es algo que todos, debemos experimentar. Esta historia no es para asustar a nadie, debe fortalecer, debe concienciar, responsabilizar, a todos los padres, a enviar a sus hijos a una escuela de conductores a los 16 anos. Digo esto, ya que esta formación, lamentablemente, no la han tomado en sus manos las escuelas, ni los colegios, ni el estado. Hay países donde esta formación, es curricular, y los jóvenes salen de la secundaria, o media, con su licencia de conducir Por amor a nuestros hijos, debemos respetar la ley de transito, somos su escuela. Por amor a nuestra familia debemos respetar la ley de transito, en casa nos esperan de regreso. La seguridad vial es un problema de todos y entre todos lograremos la solución. La seguridad vial no es accidental.
Red de Seguridad Vial Fundación Red de la Dignidad - FundaReD -
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