Actores

de la Seguridad Vial

Todos somos responsables

Verdad.es es un periódico digital que publicó en el pasado 11 de febrero un artículo titulado “Condenados a Mejorar la Sociedad”.

A propósito de los acontecimientos que vivimos la noche del día siguiente en la República Dominicana en la Autopista Las Américas en donde solo quedaron imágenes desgarradoras, nos mueve a la reflexión.

Y la verdad es que nuestra sociedad no puede sumirse en la desgracia, acostumbrándonos a sucesos evitables.

¿Qué organismo es responsable de decir cuánto le ha costado al país movilizar tanto recurso para rescatar a los protagonistas de ese incidente desafortunado?

En vida productiva también hay un valor. Pero, ¿como valorar las vidas perdidas? Las propiedades, los gastos en medicamentos y atenciones a las víctimas se pueden calcular.

¿Quien se ocupa de calcular las atenciones pos-hospitalarias de los lesionados? Lo más complicado, ¿quienes se ocupan, de calcular los costos en atenciones psicológicas, tanto de estos como de los familiares de los fallecidos?
 
Los funerales tienen un costo. Asimismo las investigaciones, buenas o malas. Concluyentes o no.

Sin embargo, lo mejor que puede ocurrir, es que las instituciones públicas y privadas que tienen que ver con el tema asuman su responsabilidad corrigiendo los entuertos que a ellas correspondan para evitar que continúen ese tipo de desgracia, que solo puede definirse como  desgarradora.

Ante casos como este, si las instituciones son indiferentes, la frecuencia de los mismos hace indiferente a nuestra sociedad, indolente y despreocupada.

Existen leyes que no se aplican, normas que no se respetan. Los conductores las violan constantemente porque hay debilidades en el sistema, a todos los niveles.

Un saldo de 11 muertos y 15 heridos identificados, a esto habría que agregar  los cuerpos no encontrados, porque alberga la duda. ¿Quien responde por lo sucedido? Y los actores de la seguridad nos conformamos con mantener registros estadísticos como logro.

Una conjugación de factores de riesgos que ocasionaron el grave siniestro deben considerarse y a partir de entonces hacer serias recomendaciones para implementar medidas que sensibilicen a los hacedores de leyes y de políticas públicas.

Si el conductor era epiléptico, como se afirma, a lo mejor estaba bajo los efectos de medicamentos. Pero ¿quien niega que no estuviera ingiriendo alcohol u otro tipo de sustancia, ya que es frecuente en los hombres del volante?  ¿O que tenia demasiadas horas de trabajo? Lo que también es probable. ¿Por qué no se aplica la ley 136 sobre autopsia  en el conductor?

Se alega que hubo práctica de  manejo temerario sin importar la gran cantidad de pasajeros, evidenciando la falta de conciencia ciudadana y educación vial, en tal caso.

¿Estaba el vehículo en condiciones de trabajo? Ya que se dice hubo un problema mecánico manifiesto.

La tragedia se produjo en horas de la noche. ¿Habría suficiente visibilidad, buenas luces del vehículo y de iluminación de la vía? La realidad es que siendo una autopista costera, aun de día, por el salitre producido y el roció de las aguas del mar, genera baja visión obligando a que se limpien los vidrios con frecuencia. ¿El minibús tendría los limpiadores de los cristales en condiciones adecuadas? Esta y otras preguntas , mueven a la reflexión en lo que respecta a la revisión técnica vehicular.

Finalmente, la concentración de accidentes en ese tramo de la vía es objeto de atención que amerita una auditoria de carretera con la finalidad de mejorar la infraestructura vial en el menor tiempo posible.

 ¡Ojala, que a partir de esta lamentable experiencia podamos salvar vidas, a partir de entonces! Y reconocer, como nota paradójica, que el más activo salvavidas esa noche, fue un motorista.

 
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